Irina Lazareanu: la enigmática musa rockera de Chanel

Entre desfiles de alta costura y conciertos improvisados, Irina Lazareanu encarna un icono híbrido, libre y escurridizo. Chanel lo entiende.

Una juventud marcada por el exilio y la disciplina

Irina Lazareanu nació en 1982 en Ploiești, Rumanía. Muy joven, abandonó el país con su familia, huyendo de la dictadura. Se instalaron en Montreal, donde descubrió una nueva cultura. Niña soñadora pero disciplinada, Irina se sumergió en la danza clásica.

A los 13 años ingresó en la prestigiosa Royal Ballet School de Londres. El rigor del ballet forjó su postura, su forma de andar y su fuerza. Sin embargo, una lesión la obligó a dejar de bailar. Este primer fracaso redefinió su camino. Eligió la música. Londres se convirtió en el escenario de sus primeras rebeliones.

Un ascenso meteórico gracias a Kate Moss

Fue en los clubes londinenses donde conoció a Pete Doherty, una figura problemática del rock británico. Su romance se convirtió en un culto. Pero fue sobre todo su encuentro con Kate Moss lo que dio un giro a su carrera. Moss la tomó bajo su protección. En 2005, la propulsó a Vogue París.

El mundo descubrió un rostro atípico. Ojos oscuros, flequillo espeso, un gracioso porte de cabeza. Irina no sonríe, observa. No seduce, intriga. Su aspecto contrastaba con el de las elegantes supermodelos de la época. Explotó en las pasarelas.

Karl Lagerfeld la convierte en una leyenda de Chanel

En cuanto se dio a conocer, llamó la atención de Karl Lagerfeld. Al director artístico de Chanel le gustan las personalidades fuertes. Irina se convirtió en su musa. La fotografió, vistió y modeló. Admiraba su dualidad: «una mezcla de Coco Chanel y Anna de Noailles», decía.

Encarna una feminidad inconformista. En Chanel, no interpreta a la muñeca sofisticada. Encarna la poesía urbana y el refinamiento sin esfuerzo. Su presencia en las pasarelas Chanel inyecta un toque rockero y literario al universo de la casa. Una revolución suave pero decisiva.

Un músico que se niega a abandonar el escenario

Incluso en el apogeo de la moda, Irina nunca abandonó la música. Escribió, compuso, cantó y actuó en el escenario con la banda de Doherty, los Babyshambles. Incluso en la cima de la moda, Irina sigue siendo músico. No busca éxitos. Quiere seguir siendo auténtica.

Al mismo tiempo, colaboró con Sean Lennon, hijo de John. Juntos grabaron Some Place Along the Way, un álbum folk que nunca se publicó oficialmente. Sigue siendo un proyecto de culto, a menudo citado, raramente escuchado. Irina se negó a transigir. Prefería el silencio a traicionar su estilo.

Un estilo con seguidores de culto

Irina Lazareanu no sigue las tendencias. Las precede, las secuestra, las abandona. Trapos vintage, trajes de Chanel, botas desgastadas, camisas de hombre: todo se mezcla con coherencia. Ella encarna la elegancia sin esfuerzo.

En 2020, publicó Runway Bird: A Rock’n’Roll Style Guide. Este libro es más que un manual de moda. Es un manifiesto. En él, relata sus noches, sus viajes y sus looks. También habla de emociones, soledad y creación. Para ella, el estilo es ante todo una postura interior.

Un icono en la sombra

Irina nunca ha buscado la luz. La atrae sin darse cuenta. Se niega a estar sobreexpuesta a los medios de comunicación y cultiva su rareza. Es esta distancia la que refuerza su aura. Aparece donde menos se la espera: en una exposición en Tokio, en un concierto en Berlín, en un editorial de Chanel en Nueva York.

Su carrera inspiró a toda una generación. Modelos, cantantes y actrices reivindican su influencia como propia. Irina, en cambio, sigue avanzando. Siempre al límite, siempre en otro lugar. Una musa libre, escurridiza y radicalmente moderna.

Escrito por , el
Compartir en