Naomi Campbell descubre por fin el Louvre, 30 años después de sus primeros pasos en París
Icono absoluto de la moda, Naomi Campbell ha desfilado por las pasarelas de todo el mundo y ha conocido los bastidores más exclusivos de París. Pero aún falta un lugar legendario en su palmarés: el Museo del Louvre.
Treinta años después de su primera visita a la capital, la supermodelo cruzó por fin las puertas del mayor museo del mundo para asistir a la Gran Cena del Louvre, un acto benéfico destinado a recaudar fondos para la conservación del patrimonio.
Una primera visita simbólica
Aunque ha pasado gran parte de su carrera entre desfiles de pasarela, palacios y eventos de prestigio, Naomi Campbell nunca había explorado las galerías del Louvre. En su cuenta de Instagram, lo confiesa:
«Tantos años en París por trabajo y ésta era la primera vez que pisaba el Louvre. Estaba en mi lista de cosas que hacer antes de morir y estoy deseando volver con mis hijos y experimentarlo todo».
Vestida con un elegante look de Chanel, la estrella de 54 años aprovechó la velada para descubrir la Cour Marly, que alberga una impresionante colección de esculturas bajo un majestuoso techo de cristal.
Una cita perdida con la historia
Si Naomi Campbell aún no se ha encontrado nunca con la enigmática mirada de la Gioconda ni ha subido los escalones de la Victoria de Samotracia, no es por falta de interés. En los años 90, cuando el Carrusel del Louvre acogía los desfiles de moda más prestigiosos, la moda y la cultura aún evolucionaban en esferas muy distintas.
Paradójicamente, la modelo es una habitual del Museo Metropolitano de Nueva York, donde asiste regularmente a la Gala del Met, y del Museo Victoria y Alberto de Londres, que le dedicó una exposición en 2024.
Un regreso muy esperado… con la familia
Sin duda, esta primera visita al Louvre no será la última. Ahora que es madre de dos hijos, Naomi Campbell espera compartir esta experiencia cultural con ellos en una futura visita. ¿Y quién sabe? Quizá Rachida Dati, la ministra francesa de Cultura, con la que se reencontró en la fiesta, pueda ofrecerle una visita privada a las obras maestras del museo.
Una cosa es cierta: el Louvre está a punto de recibir a un nuevo y prestigioso admirador.
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