Shalimar de Shourouk Rhaiem, brilla el mito

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El emblemático frasco del perfume Shalimar, obra maestra de la Casa Guerlain, se ha reinventado gracias a la chispeante maestría de Shourouk Rhaiem para conmemorar su centenario.

En 2025, Shalimar celebra un siglo de historia olfativa, y para conmemorar esta fecha excepcional, Guerlain se ha asociado con la diseñadora tunecina Shourouk Rhaiem. Conocida por sus brillantes joyas y sus atrevidas colaboraciones, Shourouk da una nueva y chispeante vida al Flacon aux Abeilles, diseñado en 1853. Esta edición limitada Métier d’Art sublima el icónico frasco con pedrería y meticulosos detalles.

El trabajo de un orfebre para una pieza única

Cada botella, producida en una edición limitada de 58 unidades, tarda dos semanas en fabricarse. Las botellas se pintan primero a mano y luego se adornan con miles de cristales de Swarovski, aplicados uno a uno con un palillo. Esta minuciosa paciencia es fruto de más de dos años y medio de diseño. Shourouk, inspirada por sus orígenes tunecinos y la opulenta década de 1980, compara su proceso con el de un pintor manipulando una paleta de pigmentos.

Para honrar el tapón original diseñado por Raymond Guerlain, un zafiro azul profundo, el diseñador utilizó diez tonos de cristal, reproduciendo el brillo único de la piedra preciosa. Esta perfecta unión de tradición y modernidad ilustra el espíritu vanguardista de Guerlain.

Shalimar: un perfume nacido del azar

La historia de Shalimar comenzó en 1921, cuando Jacques Guerlain experimentó con una molécula sintética: la etilvanillina. Al mezclar esta vainilla sintética con la fragancia Jicky, obtuvo un resultado inesperado, que se convertiría en Shalimar. Lanzada oficialmente en 1925, esta fragancia, con sus notas orientales dominadas por la bergamota, el iris y la vainilla, redefinió los estándares de la perfumería.

El nombre de Shalimar, que significa «templo del amor» en sánscrito, se inspiró en la legendaria historia de amor entre el emperador Shah Jahan y Mumtaz Mahal. Una pasión inmortalizada por los jardines de Shalimar y el Taj Mahal. Esta historia romántica tiene su eco en la botella, cuyas curvas evocan las cuencas de los legendarios jardines.

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